15 de diciembre de 2015

Sobre el Voto

Y una vez más, y ya no se cuantas veces me ha sucedido, me siento huérfano de voto. Porque me da igual, con nueva o vieja política, con candidatos de sonrisa profiden o no, lo cierto es que quedan literalmente cuatro días para decidir. Y sigo sin deshojar la margarita.

Me enfada lo indecible el PP y ese fantoche llamado Mariano que lo encabeza, rancio, pútrido, con olor a cerrado y a naftalina. Me asombra además que la gente de alrededor sea incapaz de enfadarse más con un partido podrido y mafioso, encubridor del delincuente y traidor no solo con el ajeno, también con el propio. Responsables de esta especie de democracia de bajísima intensidad e ínfima calidad, del lodazal. A veces me canso mucho y pienso que el PP y el PSOE son lo mismo, pero no es cierto. El PP es la especie mas baja y dañina posible.

Me hastía hasta extremos insospechados el PSOE, nido de mediocres buenrollistas, lobos con piel de cordero, meapilas dispuestos a sacrificar sus ideas por cuatro monedas de plata, temerosos, cortos de miradas y de entendederas. Un partido que ladra como un doberman en la oposición y bala como una oveja en el poder. Los que santifican el Concordato, gritan "viva el Rey" y se declaran republicanos y aún así no se sonrojan. Que no me busquen los defensores del espíritu nacionalsocialista de Felipe Gonzalez  lastrando la democracia y la convivencia. Que no me interpelen aquellos capaces de dejarse influenciar por una devota de no se sabe que virgen, discípula de nadie y conocedora de nada. Esos que gritan que no se dejan dar lecciones de nadie y en consecuencia, de nadie aprenden. Los que hace 4 años se habían olvidado de todos, de sus votantes, del pueblo, de la gente. De ellos mismos. Que no me busquen, porque no voy a acudir.

Me aterra la mírada torva y falsa de la marea naranja, con ese aspecto sano de emprendedores egoístas, fanáticos del ultraindividualismo, del sálvese quien pueda. Me puede ese saberse indispensable antes de serlo, me fastidia escuchar como se frotan las manos sabiendo que dentro de nada tocarán poder. Me duele encontrarme de nuevo con los mismos en todas partes: son esos compañeros que en la oficina te invitan a desayunar y después te la lían. No nos fiemos, saben lo que quieren y van a por todas. A mi no me engañan, como dice alguien mas sabio que yo, sois unos calvos cabrones aunque os dejéis melenita.

Me cansa el bombardeo para que un tipo como yo se haga morado. Pero no puedo confiar en quien de manera tan ostensible ha adaptado y torturado su ideología hasta transformarla en un esperpento, puede que para todos los públicos, no lo dudo, pero esperpento al fin y al cabo. Algo me dice que un tipo que reinvindica mierdas como Ocho Apellidos Catalanes como quien descubre algo, no puede ser de fiar. Y detrás de las sonrisas, las promesas y los saludos, atisbo el cuchillo. Mucho me temo que no está lejos el día en que un Errejón cualquiera nos diga eso de "Otan, de entrada no" y nos vuelva a dejar con la cabeza a punto de hundirse en el barro. No me pidáis mi sonrisa, porque puede que este domingo mi voto sea morado, pero una vocecita me va a decir por dentro que me equivoco y es posible que sea verdad. Que sepais que si os voto, es sobre todo por joder y ver el gesto congelado de unos cuantos cabronazos, pero no debería haceros muy feliz esa perspectiva ni podréis contar conmigo en el futuro.

En cuatro días hay elecciones y yo sigo sin saber que hacer.
¿Cuando acabará esto?